diumenge, 24 d’octubre del 2010

Ya le llamaremos…

– Bien, según consta en su currículum, usted ha trabajado cuatro meses en un local de ocio nocturno, como guardia de seguridad…
– Sí, bueno, cuatro meses y seis días.
– Cuatro meses y seis días. No es demasiado tiempo.
– No, es que yo buscaba otra cosa. Algo mejor pagado…
– ¿Y por eso decidió dejar el trabajo?
– Sí, bueno… no exactamente. Una noche hubo problemas con unos marroquíes, y me calentaron… Me lié y les metí un par de guantazos. No más que eso. Pero los moritos se mosquearon, pusieron una denuncia contra el local… y ya ves, a mi me echaron a la puta calle.
– Vaya, ya veo. ¿Alguna otra experiencia laboral?
– Bueno, pasé un verano descargando en el almacén de la empresa donde trabajaba mi padre. Pero le pillaron afanando unas cosillas y lo mandaron al paro. Y a mi detrás, claro. Sólo por ser su hijo, ya ves. ¿Que culpa tengo yo que mi padre tenga la mano suelta?
Después un primo mío me metió de repartidor de pizzas pero me tenia que hacer cargo del mantenimiento de la amoto y no me salía a cuenta…
– ¿Y lo dejó?
– Claro tío, eso no era curro para mi. Yo me merezco algo mejor.
– ¿Y por eso está aquí ahora?
– Claro. Esto es más para mi.
– Muy bien. La predisposición cuenta mucho. Lo que no veo es el apartado de los estudios…
– ¿Estudios? No, es que… no los he puesto. No sabia que era necesario.
– Hombre…
– Sabes que pasa, yo dejé la escuela a los catorce. En la escuela no se aprende nada. Y a mi no me gusta perder el tiempo. Mi escuela ha sido la calle, donde se hacen los hombres de verdad.
– Veo que tiene las cosas muy claras.
– Clarísimas.
– ¿Cual es su estado civil actual?
– Libre. Estoy totalmente libre. He estado con varias tías pero no por mucho tiempo. Me cansan ¿sabes?. Yo soy más de usar y tirar.
– Vaya…
– Si, es asín. Con este cuerpo puedo permitírmelo. Ya ves. Pero lo peor es cuando no aceptan que las dejes, ¿sabes? No asumen que busques algo mejor. Sin ir más lejos, a la última tía que me tiré tuve que meterle un par de ostias porqué estaba obsesionada conmigo, tío.
– Pero a ver, eso puede traerle problemas con la justicia.
– No te preocupes. Era un putón. Y no tendrá güevos de denunciarme ni . Mis problemas con la bofia van por otros temas, pero eso mejor lo dejamos.
– Disculpe, pero si ha tenido problemas con la justicia debería comunicárnoslos. Compréndalo.
– Ya… bueno, fueron unos pequeños problemillas con ciertas sustancias… no del todo legales… ya me entiendes.
– ¿Está usted hablando de problemas de drogas?
– Bueno, llámalo como quieras. Pero ¿quién no ha tenido de joven algún problema con las drogas?
– ¿De joven? ¡Pero si usted aún no ha cumplido los veinticuatro años!
– De joven… de viejo… que más da, hombre.
– ¿Pero ahora está limpio?
– Totalmente. Ahora solo "me muevo" para consumo propio… y algunos encargos de compromiso. Nada que ver.
– Ya veo. Mire, le seré sincero. Nosotros buscamos un perfil muy concreto y usted, con todo esto que nos cuenta…
– Vamos tío, yo soy la persona que buscáis…
– Espere, por favor, déjeme acabar. Como le decía, buscamos un perfil muy concreto, y en condiciones normales, cuando en la primera entrevista creemos que el candidato podría ajustarse a nuestros requisitos, generalmente pasamos a una segunda fase, basada en nuevas entrevistas y en unos tests psico-técnicos que permiten valorar otras premisas, como la capacidad de liderazgo y de trabajo en equipo. Así es como vamos definiendo la decisión final. Pero es que en su caso…
– En mi caso, ¿que? ¡Yo he nacido para esto! Soy ambicioso y haré cualquier cosa por conseguir lo que me propongo. Y cuando digo cualquier cosa quiero decir cualquier cosa. Y si hay que pisar a alguien por el camino…
– Reconozcámoslo. Su caso es especial. Usted es… como le diría. Usted es exactamente lo que buscamos. Así que, si le parece, nos saltaremos el protocolo de selección e iremos directamente a firmar el contrato. Un contrato de exclusividad, por supuesto, que, además del programa, le recuerdo incluye la ruta posterior obligatoria por todos los platós de la cadena. Bienvenido a TeleCinco. ¡Bienvenido a Gran Hermano 76!
– ¡Ostias, gracias, gracias! ¡Es la ilusión de mi vida! ¡Diós, entrar en la casa de Gran Hermano! Cuando mi madre salga de la cárcel estará tan orgullosa de mi… ¡Gracias, gracias! No se arrepentirán. Se lo aseguro.
– De eso no le quepa la menor duda.

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